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lunes, 16 de febrero de 2009
RASCACIELOS
PRIMERA PARTE
Los primeros edificios de gran tamaño se erigieron en Estados Unidos a finales del siglo XIX bajo un sistema de construcción llamado mampostería. Estos “pequeños” rascacielos, poseían muros de hormigón que actuaban como columnas de resistencia frente a los rápidos vientos que chocaban contra la estructura.
Sin embargo, este sistema era poco práctico y limitaba seguir aumentando la altura, ya que edificios de más de diez pisos necesitaban tener en planta baja paredes de más de un metro de espesor para poder mantenerse.
Pronto, una nueva técnica de construcción solventaría el problema dando inicio a una inusitada carrera por rasgar los cielos.
William Le Baron Jenney, arquitecto e ingeniero catalogado como "el padre del rascacielos", diseñó y construyó en 1885 el Home Insurance Building de Chicago, primer edificio de diez pisos con esqueleto completamente metálico, arquetipo arquitectónico utilizado desde entonces en la construcción de rascacielos.
Bajo esta nueva técnica, la ciudad de Nueva York fue creciendo verticalmente. En 1899, el Park Row Office Building llegó a 119 metros, en 1908 el Singer alcanzó los 186 metros y en 1913 el Woolworth con 57 plantas rebasó los 200 metros coronándose con creces como el edificio más alto del mundo.
En los años treinta este récord de altura fue superado por la torre Empire State, desde entonces icono de modernidad y progreso. Este gran edificio se alzó en la ciudad de Nueva York en el año 1931 con 102 pisos y 381 metros de altura imprimiéndole solemnidad y relevancia tanto a la Gran Manzana como al término rascacielos.
A partir de ese momento, imponentes estructuras de ladrillo y cemento fueron naciendo progresivamente en las grandes ciudades para satisfacer el rápido crecimiento de la población y la falta de espacio en las mismas.
Sin embargo, esta nueva forma de ubicar a la población y su vertiginoso ascenso, no hubiera sido posible sin la intervención de Elisha Otis, quien a principios del siglo XX introdujo el primer elevador con freno de emergencia. Desde ese momento, la ambición de los grandes constructores por conquistar el espacio, junto al uso de materiales más livianos y vigas de apoyo, eliminó los límites de altura hasta entonces conocidos y logró perfeccionar aún más estos altos edificios, convirtiéndolos en un arte de la ingeniería moderna.
Para los años 40, el problema de la sobrepoblación parecía haber quedado en el pasado mientras que la popularidad de los rascacielos era cada vez más evidente en el mundo entero. Arquitectos e ingenieros empezaron a romper los esquemas tradicionales en materia de construcción, diseñando estructuras, que además de tener gran altura, contaban con lo último en tecnología.
Tal es el caso del edificio Hancock de Chicago, el cual rompió récord en la década de los 70 en la ingeniería civil con su innovador sistema de construcción de abrazaderas diagonales, dando como resultado una estructura más liviana a cualquier otra.
Para un futuro no muy lejano ya existen proyectos que superarán no sólo la altura, sino que serán pioneros hasta en el área ecológica y contarán con un sin números de beneficios y nuevas tecnologías que harán la vida del hombre un poco mejor. Tal es el caso de la Torre de la Libertad (The Freedom Tower), la cual se erigirá en los terrenos de lo que fue el World Trade Center, conocidas como Las Torres Gemelas, destruidas por los atentados del 11 de septiembre del 2001 en los Estados Unidos. Esta torre tendrá entre otras cosas, unas turbinas que se encargarán de aprovechar el viento de la ciudad de Manhattan para suministrar el 20 por ciento de la energía interna que requiere este rascacielos. Así mismo, su iluminación y energía exterior será patrocinada por tecnología de panales solares.
La Torre de la Libertad medirá 533 metros de altura, lo que es igual a 1776 pies, número que hace honor al año de la independencia de los Estados Unidos. Con la incorporación de una antena de telecomunicaciones, medirá 600 metros y tendrá un total de 70 pisos.