lunes, 12 de enero de 2009

Arquitectura: Asia, el majestuoso reino de las apariencias [Nakheel].

Abu Dhabi, Dubai, Shanghai, Hong Kong y Beijing entre muchas otras ciudades de oriente, han rebasado en muchos casos los límites de lo exuberante y de lo superfluo. El exceso y la frivolidad han sido los dos ingredientes fundamentales para la creación de las nuevas urbanizaciones y la Arquitectura asiática del presente siglo. (Dom Jun 08 2008)

A lo largo de los últimos años Abu Dhabi, Dubai, Shanghai, Hong Kong y Beijing, entre muchas otras ciudades de oriente, se han anunciado como poseedoras de las proezas arquitectónicas y urbanas del siglo XXI y como capitales de la arquitectura de alta tecnología. Así también han competido para colocarse como las capitales del lujo, el confort y la innovación, ya que esto las convierte en productos altamente comercializables.

De esta forma todo aquello que conforme el espacio urbano se transforma en mercancía, lo que anula la verdadera función de la ciudad y de la arquitectura. Esto ha dado paso a un fenómeno que ya señalaban desde finales de los años sesenta algunos autores y que se ha denominado como la -disneyficación- que fabrica mundos irreales pero -ideales-, atiborrados siempre por objetos de deseo, que deslumbran la mirada y adormecen la conciencia. Así, -la mirada barre los objetos sin ver en ellos nada más que su objetividad- [Mike Gane].

Prueba de ello es Dubai, una isla que hasta hace unos años era un territorio desértico, pero que apoyándose en los miles de millones de dólares de los empresarios petroleros de la región se ha convertido en el reino de los caprichos arquitectónicos y de las excentricidades urbanas. -Algunos de los proyectos desarrollados en Dubai, mejor valorados por su impacto visual que por su respuesta a las necesidades reales de la sociedad-. Nunca antes, se habían invertido en un lapso tan breve de tiempo, tantos recursos, como en los últimos 5 años se ha hecho en aquellas latitudes. Lamentablemente la mayoría de los proyectos de urbanización y muchos de sus edificios son obras superficiales, cuyo discurso en muchos casos se reduce a un encantador juego de efectos especiales y estrepitosas formas.

Por ejemplo, Nakheel, la principal empresa desarrolladora de Dubai ha invertido más de 100 billones de dólares -casi el doble del monto en que el Banco Mundial estimó la reconstrucción de Irak tras la guerra con Estados Unidos- solamente en hotelería y complejos turísticos, que incluyen obras tan extravagantes como: The Palm Islands, tres gigantescas islas artificiales -las más grandes del mundo- cuyo diseño responde a la forma de una palmera; The World Dubai, un archipiélago de 300 islas artificiales que simulan el mapa de la tierra; The Universe, otro complejo de islas artificiales que emulará al sol, la luna y los planetas; The Lost City, una ciudad que recreará algunas de las antiguas ciudades perdidas de diferentes partes del mundo; International City, una ciudad cuya geometría fue inspirada en el el tejido de las alfombras típicas de oriente medio; Discovery Gardens, un parque temático similar al Sea World de Florida y Dubai Waterfront City, un Manhattan en miniatura. De esta forma, el nuevo urbanismo construye un mundo de ficción, un reino de las apariencias, diseñado a partir del modelo de los grandes parques de diversiones [Disneylandia, Epcot Center, Eurodisney, etc.], en donde la ficción se confunde con la realidad. -The World Dubai, un archipiélago de 300 islas artificiales que simulan el mapa de la tierra-.

En China, un país cuyo legado arquitectónico incluye obras que incluso son consideradas como patrimonio de la humanidad, se está dando un fenómeno similar, pero en este caso la línea entre la autenticidad y la falsedad se vuelve todavía más confusa pues la simulación va todavía más allá. El gigante de oriente, no conforme con haber inundado el mundo con réplicas de relojes y ropa de marca, objetos religiosos, artesanías de diferentes países del mundo, software para computadoras y todo tipo de cachivaches -pirata- ahora también construye réplicas en escala real de algunos de los más importantes centros históricos europeos.

En la ciudad de Hangzhou, por ejemplo, desde mediados de 2007 se construye un excéntrico barrio a imagen y semejanza de la Ciudad luz, que por supuesto incluye edificios como la Torre Eiffel, la Catedral de Notre Damme, el arco del Triunfo, fuentes como la de versalles y algunos de los edificios góticos más hermosos de París. La ciudad ha sido bautizada como Tianducheng, que en chino significa Ciudad Celeste. En este caso es interesante que la urbanización, a diferencia de lo que sucede en Dubai no fue promovida por una empresa particular si no por el propio Instituto de Planificación urbana de Hangzhou, que ha contratado para llevar a cabo este proyecto a Atkins, una de las principales empresas inmobiliarias del mundo, cuya obra más conocida es el hotel Burj Al Arab de Dubai. Songjiang, un poblado que se encuentra a las afueras de Shangai, también ha sido víctima del fenómeno de la -disneyficación-, pues desde hace un par de años se están edificando replicas de algunas ciudades europeas: Venecia, Amsterdam, Madrid, Zurich, Londres y una ciudad americana: Nueva York.

La primera de estas urbanizaciones es la denominada Thameses Town, una pequeña ciudad que simula un barrio londinense, perfectamente adoquinado y equipado con todo el mobiliario urbano característico de las ciudades británicas, majestuosos edificios victorianos, pubs y hasta una estatua de Sir Winston Churchill. Thameses Town también será construida por Atkins. Estas son sólo algunas de las obras urbanas que se realizan actualmente y es lamentable que en ellas se valore más el impacto visual y la superficie en lugar de proponer soluciones que apunten hacia las necesidades reales de la sociedad.

De esta manera la arquitectura y la ciudad tienden a desaparecer dando paso a un majestuoso reino de las apariencias en el que los individuos pierden el sentido de cualquier experiencia ontológica genuina.