viernes, 8 de febrero de 2013

MUROS DE CARGA

Muro de carga
Aunque en la antigüedad se construyeron muchos tipos de muros de carga, los más antiguos que se conservan son de adobe o piedra. Se tiene constancia de la existencia de pastas y morteros precursores del hormigón desde los tiempos del Antiguo Egipto,1 pero fueron los romanos los que impulsaron este material con la técnica del Emplectum, consistente en crear dos hojas exteriores de sillares de piedra, rellenas de un mortero de cal con arena y cascotes.2 Esta técnica constructiva se ha repetido con ligeras variantes (como el muro Dacio), a lo largo de la historia. En los lugares donde la piedra escaseaba o era excesivamente costoso conseguirla, ésta se sustituyó por el barro en forma de adobe: un ladrillo de barro secado al sol. Asimismo, se puede establecer un paralelismo entre el emplectum y el tapial, una forma de construcción consistente en aprisionar barro entre dos placas o encofrados de madera, y compactarlo en sucesivas tongadas mediante mazos o pisones. Una vez se terminaba una hilada de tapiales, se colocaban el encofrado encima, y se repetía la operación. Con estas técnicas de tapial y adobe se lograron erigir edificios de hasta seis alturas, algunos de los cuales perduran en Yemen. Pero el material más empleado para realizar muros de carga es el ladrillo: una evolución del adobe cuya diferencia estriba en el proceso de cocción, que le confiere mayor resistencia y durabilidad. El ladrillo empleado en muros de carga suele ser macizo, aunque no es inusual encontrar muros de carga de ladrillo perforado o incluso hueco en viviendas de una o dos alturas. Una variante del muro de carga de ladrillo es el realizado con bloque de hormigón, si bien no es posible alcanzar grandes alturas por este método. Al igual que en las épocas anteriores, también existe un reflejo del emplectum romano en el empleo actual del hormigón en masa, donde, como sucediera en el tapial, el hormigón se confina mediante encofrados hasta que éste fragua y adquiere dureza. La aparición del acero, capaz de soportar las tensiones de tracción, posibilitó la aparición del hormigón armado y de las estructuras metálicas, que modificó radicalmente la forma de construir, dejando obsoletos los muros de carga. En la actualidad, estos muros sólo se emplean en obras de poca entidad, como muros de contención de terreno en obras públicas y en sótanos, siendo el resto de la estructura una combinación de vigas y pilares, por lo que los muros rara vez adquieren funciones portantes o estructurales, y su único propósito es el de compartimentar o aislar los espacios.

CIMENTACION











Bajo una línea de pilares puede proyectarse una zapata continua o corrida común para todos los pilares. Asimismo, cuando el elemento estructural es lineal, muro de fábrica de ladrillo o mampostería, la zapata bajo el mismo es continua. No obstante, el planteamiento del cálculo difiere sustancialmente, debido a que el comportamiento del terreno frente a cada una de las solicitaciones es totalmente distinto. En el caso de zapata continua bajo una línea de pilares, no es válido admitir como norma general la reacción uniforme del terreno. Para el cálculo de este tipo de zapatas es necesario plantear el problema elástico de forma más rigurosa, buscándose modelos matemáticos del suelo, de los cuales el más conocido y difundido por su sencillez es el modelo de WINKLER, que conduce al llamado método del «coeficiente del balasto», que parte de la hipótesis básica de suponer que, en cualquier punto, el asiento es proporcional a la presión que en él se desarrolla. Con este planteamiento se estudia la cimentación por zapatas corri das en el supuesto de que su forma de trabajo sea la correspondiente a una viga; es el cálculo como «viga flotante», que se trata en el Capítulo siguiente. Cuando la zapata corrida recibe un muro, el problema puede abordarse, de forma más sencilla, estudiándola a flexión en el sentido transversal al muro o zapata, y con distribución uniforme de tensiones en el sentido longitudinal.