miércoles, 14 de enero de 2009

Por qué 2009 no será tan malo?

1.- Porque lo esperamos tan malo como pueda serlo y cuando se anticipa el desastre, la realidad sólo puede ser mejor. Tanto nos han dicho que el 2009 será el año de la crisis, de la recesión, del desempleo, de la caída de las ventas, que cualquier rasgo que resulte mejor hará que el 2009 supere nuestras expectativas. La crisis del 2008 nos sorprendió a casi todos y nos dejó con un entorno mucho peor del que habíamos anticipado. El año que comenzamos difícilmente nos sorprenderá de forma negativa.

2.- Porque las crisis son oportunidades. Esta frase nos suena como lugar común... hasta que descubrimos que es cierto. Ya sea que seamos inversionistas que van a ganar en la bolsa como hace muchos años no lo hacían o que tengamos un pequeño negocio en el que le pegamos al clavo en un nicho de mercado, habrá motivos para pensar que el 2009 va a ser un año de oportunidades, como hacía mucho tiempo que no lo teníamos.

3.- Porque nos va a obligar a repensar los negocios... y también la vida. Somos humanos y, por lo tanto, nos resistimos a ver el mundo de una manera diferente hasta que las circunstancias nos obligan a hacerlo. Regularmente nos complace estar en nuestra zona de confort. Sabemos cómo operar nuestro negocio; tenemos un rol definido en la empresa en la que trabajamos; vemos nuestra vida con un plan preconcebido... hasta que todo se pone patas arriba y nos vemos obligados a repensarlo. Ese es un privilegio que no siempre tenemos y que debemos aprovechar.

4.- La crisis nos obligará a regresar a los básicos. Es muy diferente el mundo cuando predomina la idea de que con buen ojo y un poco de fortuna uno se puede hacer millonario con algunas inversiones atinadas, que un mundo en el que sabemos que la clave para acumular riqueza es el trabajo y el ahorro. Las apuestas a las inversiones afortunadas quedaron atrás. Se convirtieron en el engaño del fraude de Madoff. Quedó atrás también la arrogancia de los grandes bancos de inversión. Hoy se reivindican el trabajo duro y la austeridad como vías para el crecimiento. Y esa es una de las mejores noticias con las que podemos iniciar este año.

5.- Estará Obama y no Bush. Soy escéptico y dudo mucho que Obama sea un genio. Creo que ganó las elecciones por una afortunada combinación de la crisis del gobierno de Bush y una inteligente campaña. Pero no va a hacer milagros. Sin embargo, el simple hecho de que ya no esté Bush en la Casa Blanca y sea reemplazado por un hombre sensato que nunca se va a ahogar con pretzels dará un tono completamente diferente a este año.

6.- Dependeremos mucho más de nosotros mismos. Había la fantasía de que el hecho de que dependiéramos de la economía más grande del mundo nos iba a generar un mayor potencial de crecimiento. Muchos lo pensamos así. Hoy descubrimos que en Estados Unidos la economía estaba sujeta a un tremendo ajuste, que quizá la lleve a varios años de estancamiento o crecimiento lento, lo que nos va a obligar a depender más de nuestro mercado. Si al final entendiéramos que un mercado interno robusto es condición para aventurarse a cualquier destino externo, habría sido una gran fortuna atravesar por esta crisis.

7.- Nuestro peso, nuestra moneda, estará ubicado en la realidad. En el año 2000, el salario medio del sector formal mexicano era de 13.70 dólares por día. Al final del año pasado fue de 16.4 dólares, pese a la devaluación. Con todo y la crisis, la ganancia en dólares de los ingresos en México respecto a las cifras de hace 8 o 9 años, es muy considerable. En realidad, la devaluación que tuvimos sólo colocó a nuestro poder adquisitivo en dólares en una dimensión más cercana a la realidad.

8.- Tendremos más aversión a las deudas. Las sociedades que más han crecido en el mundo durante los últimos años son las que ahorran más y se endeudan menos. Casi todas del Oriente. Es casi imposible que tengamos niveles de ahorro asiáticos por la valoración que damos al consumo material, pero seguramente por algún tiempo tendremos una mayor aversión a las deudas y un mayor aprecio al ahorro, lo que hará mucho bien a nuestra economía.

9.- Nos olvidaremos de las ideologías. La dictadura del mercado en la que todo lo que haga el Estado es condenable será una idea arcaica. Descubrimos -una vez más- que los mercados también se equivocan y que la racionalidad económica, es cierto, a veces puede expresarse en decisiones del Estado. No será el regreso a Keynes, como muchos piensan, pero sí el fin de la visión que admitía que sólo el mercado podía tomar decisiones correctas.

lunes, 12 de enero de 2009

Arquitectura: Asia, el majestuoso reino de las apariencias [Nakheel].

Abu Dhabi, Dubai, Shanghai, Hong Kong y Beijing entre muchas otras ciudades de oriente, han rebasado en muchos casos los límites de lo exuberante y de lo superfluo. El exceso y la frivolidad han sido los dos ingredientes fundamentales para la creación de las nuevas urbanizaciones y la Arquitectura asiática del presente siglo. (Dom Jun 08 2008)

A lo largo de los últimos años Abu Dhabi, Dubai, Shanghai, Hong Kong y Beijing, entre muchas otras ciudades de oriente, se han anunciado como poseedoras de las proezas arquitectónicas y urbanas del siglo XXI y como capitales de la arquitectura de alta tecnología. Así también han competido para colocarse como las capitales del lujo, el confort y la innovación, ya que esto las convierte en productos altamente comercializables.

De esta forma todo aquello que conforme el espacio urbano se transforma en mercancía, lo que anula la verdadera función de la ciudad y de la arquitectura. Esto ha dado paso a un fenómeno que ya señalaban desde finales de los años sesenta algunos autores y que se ha denominado como la -disneyficación- que fabrica mundos irreales pero -ideales-, atiborrados siempre por objetos de deseo, que deslumbran la mirada y adormecen la conciencia. Así, -la mirada barre los objetos sin ver en ellos nada más que su objetividad- [Mike Gane].

Prueba de ello es Dubai, una isla que hasta hace unos años era un territorio desértico, pero que apoyándose en los miles de millones de dólares de los empresarios petroleros de la región se ha convertido en el reino de los caprichos arquitectónicos y de las excentricidades urbanas. -Algunos de los proyectos desarrollados en Dubai, mejor valorados por su impacto visual que por su respuesta a las necesidades reales de la sociedad-. Nunca antes, se habían invertido en un lapso tan breve de tiempo, tantos recursos, como en los últimos 5 años se ha hecho en aquellas latitudes. Lamentablemente la mayoría de los proyectos de urbanización y muchos de sus edificios son obras superficiales, cuyo discurso en muchos casos se reduce a un encantador juego de efectos especiales y estrepitosas formas.

Por ejemplo, Nakheel, la principal empresa desarrolladora de Dubai ha invertido más de 100 billones de dólares -casi el doble del monto en que el Banco Mundial estimó la reconstrucción de Irak tras la guerra con Estados Unidos- solamente en hotelería y complejos turísticos, que incluyen obras tan extravagantes como: The Palm Islands, tres gigantescas islas artificiales -las más grandes del mundo- cuyo diseño responde a la forma de una palmera; The World Dubai, un archipiélago de 300 islas artificiales que simulan el mapa de la tierra; The Universe, otro complejo de islas artificiales que emulará al sol, la luna y los planetas; The Lost City, una ciudad que recreará algunas de las antiguas ciudades perdidas de diferentes partes del mundo; International City, una ciudad cuya geometría fue inspirada en el el tejido de las alfombras típicas de oriente medio; Discovery Gardens, un parque temático similar al Sea World de Florida y Dubai Waterfront City, un Manhattan en miniatura. De esta forma, el nuevo urbanismo construye un mundo de ficción, un reino de las apariencias, diseñado a partir del modelo de los grandes parques de diversiones [Disneylandia, Epcot Center, Eurodisney, etc.], en donde la ficción se confunde con la realidad. -The World Dubai, un archipiélago de 300 islas artificiales que simulan el mapa de la tierra-.

En China, un país cuyo legado arquitectónico incluye obras que incluso son consideradas como patrimonio de la humanidad, se está dando un fenómeno similar, pero en este caso la línea entre la autenticidad y la falsedad se vuelve todavía más confusa pues la simulación va todavía más allá. El gigante de oriente, no conforme con haber inundado el mundo con réplicas de relojes y ropa de marca, objetos religiosos, artesanías de diferentes países del mundo, software para computadoras y todo tipo de cachivaches -pirata- ahora también construye réplicas en escala real de algunos de los más importantes centros históricos europeos.

En la ciudad de Hangzhou, por ejemplo, desde mediados de 2007 se construye un excéntrico barrio a imagen y semejanza de la Ciudad luz, que por supuesto incluye edificios como la Torre Eiffel, la Catedral de Notre Damme, el arco del Triunfo, fuentes como la de versalles y algunos de los edificios góticos más hermosos de París. La ciudad ha sido bautizada como Tianducheng, que en chino significa Ciudad Celeste. En este caso es interesante que la urbanización, a diferencia de lo que sucede en Dubai no fue promovida por una empresa particular si no por el propio Instituto de Planificación urbana de Hangzhou, que ha contratado para llevar a cabo este proyecto a Atkins, una de las principales empresas inmobiliarias del mundo, cuya obra más conocida es el hotel Burj Al Arab de Dubai. Songjiang, un poblado que se encuentra a las afueras de Shangai, también ha sido víctima del fenómeno de la -disneyficación-, pues desde hace un par de años se están edificando replicas de algunas ciudades europeas: Venecia, Amsterdam, Madrid, Zurich, Londres y una ciudad americana: Nueva York.

La primera de estas urbanizaciones es la denominada Thameses Town, una pequeña ciudad que simula un barrio londinense, perfectamente adoquinado y equipado con todo el mobiliario urbano característico de las ciudades británicas, majestuosos edificios victorianos, pubs y hasta una estatua de Sir Winston Churchill. Thameses Town también será construida por Atkins. Estas son sólo algunas de las obras urbanas que se realizan actualmente y es lamentable que en ellas se valore más el impacto visual y la superficie en lugar de proponer soluciones que apunten hacia las necesidades reales de la sociedad.

De esta manera la arquitectura y la ciudad tienden a desaparecer dando paso a un majestuoso reino de las apariencias en el que los individuos pierden el sentido de cualquier experiencia ontológica genuina.